LAS VIRTUDES
¿Qué es la virtud?
La virtud es una disposición habitual
y firme para hacer el bien: «El fin de una vida virtuosa consiste
en llegar a ser semejante a Dios» (San Gregorio de Nisa). Hay
virtudes humanas y virtudes teologales.
Las virtudes
humanas
Las virtudes humanas son perfecciones habituales
y estables del entendimiento y de la voluntad, que regulan nuestros
actos, ordenan nuestras pasiones y guían nuestra conducta en
conformidad con la razón y la fe. Adquiridas y fortalecidas
por medio de actos moralmente buenos y reiterados, son purificadas
y elevadas por la gracia divina.
Las principales virtudes humanas son las
denominadas cardinales, que agrupan a todas las demás y constituyen
las bases de la vida virtuosa. Son la prudencia, la justicia, la fortaleza
y la templanza.
- La prudencia : La prudencia dispone la razón a discernir, en cada circunstancia, nuestro verdadero bien y a elegir los medios adecuados para realizarlo. Es guía de las demás virtudes, indicándoles su regla y medida.
- La justicia: La justicia consiste en la constante y firme voluntad de dar a los demás lo que les es debido. La justicia para con Dios se llama «virtud de la religión».
- La fortaleza: La fortaleza asegura la firmeza en las dificultades y la constancia en la búsqueda del bien, llegando incluso a la capacidad de aceptar el eventual sacrificio de la propia vida por una causa justa.
- La templanza: La templanza modera la atracción de los placeres, asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos y procura el equilibrio en el uso de los bienes creados...
Las virtudes
teologales
Las virtudes teologales son las que tienen
como origen, motivo y objeto inmediato a Dios mismo. Infusas en el
hombre con la gracia santificante, nos hacen capaces de vivir en relación
con la Santísima Trinidad, y fundamentan y animan la acción
moral del cristiano, vivificando las virtudes humanas. Son la garantía
de la presencia y de la acción del Espíritu Santo en
las facultades del ser humano.
Las virtudes teologales son la fe, la esperanza
y la caridad.
- La fe: La fe es la virtud teologal por la que creemos en Dios y en todo lo que Él nos ha revelado, y que la Iglesia nos propone creer, dado que Dios es la Verdad misma. Por la fe, el hombre se abandona libremente a Dios; por ello, el que cree trata de conocer y hacer la voluntad de Dios, ya que «la fe actúa por la caridad».
- La esperanza: La esperanza es la virtud teologal por la que deseamos y esperamos de Dios la vida eterna como nuestra felicidad, confiando en las promesas de Cristo, y apoyándonos en la ayuda de la gracia del Espíritu Santo para merecerla y perseverar hasta el fin de nuestra vida terrena.
- La caridad: La caridad es la virtud teologal por la cual amamos a Dios sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos por amor a Dios. Jesús hace de ella el mandamiento nuevo, la plenitud de la Ley. Ella es «el vínculo de la perfección» (Col 3, 14) y el fundamento de las demás virtudes, a las que anima, inspira y ordena: sin ella «no soy nada» y «nada me aprovecha»
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